domingo, 30 de enero de 2011

Conficto 1: Arte-artista-Estética

En los debates realizados en clase en torno a los conceptos arte-manifestación estética, han surgido cuestiones como la implicación cultural y personal en el mundo del arte, los límites éticos, el concepto de belleza y las componentes simbólicas del objeto artístico que conllevan las decisiones políticas y religiosas.
Estoy de acuerdo en que una de las principales diferencias entre objeto artístico y objeto estético son las connotaciones asociadas que posee el objeto artístico, desde diversos aspectos personales, culturales, políticos. Además, vivimos en un mundo reglado por el ámbito de las leyes, pero ¿es igual ético que legal? Desde mi punto de vista y sin caer en aspectos decimonónicos, entiendo que el objeto artístico debe emocionar, incluso conmover, pero no mover a la repulsión. No puede ser una herramienta de enfrentamiento social.
Sobre la cuestión de la originalidad, estoy en el convencimiento de que lo original es la idea y no la copia. ¿Cuántas copias puede haber del sillón Barcelona de Mies? ¿Pierde por eso su rotundidad como objeto artístico? Se puede destruir un objeto no una idea.
En resumen, se integran en el hecho artístico componentes culturales, estéticos, ideológicos, emocionales, simbólicos, éticos y sociales, entre otros. Una de las aportaciones fundamentales para mí es su función como objeto y vehículo de conocimiento.
El concepto de alfabetización se asume como fundamental para una correcta comunicación y desarrollo personal y social. Sería fundamental a la vez “alfabetizar” en el arte, no para un uso profesional, sino como complemento de ese desarrollo mencionado.



Análisis crítico del texto de Geertz sobre el arte como sistema cultural

A raíz de toda la discusión que hemos tenido sobre los conceptos arte-estética y uniéndolo a lo recogido por Geertz, queda claro lo difícil que es dar una definición concreta y exacta de estos términos, como lo puede ser de otros términos como belleza o amor, por ejemplo. Esto ocurre en gran parte por la relación espacio-tiempo que marca a estos conceptos y que implica que un hecho artístico se desarrolla en un lugar de terminado y en un momento determinado, que lo relaciona íntimamente con el contexto cultural y social existente. Como dice Geertz “Toda reflexión sobre el arte…pretende básicamente situar el arte en el contexto de esas otras expresiones de la iniciativa humana”.
En los ejemplos utilizados para desarrollar el capítulo, se aprecia la utilidad y utilización del arte como elemento vinculado socialmente con la transmisión de determinadas normas y valores, ya sea en los yorubas, en el Renacimiento o en la poesía islámica.
La característica diferenciadora es la semiótica, el valor y significado de los signos que utilizan. “La unidad de una forma y un contenido es un acto cultural” dice Geertz.
En los ejemplos utilizados para abordar la pintura del Quattrocento, sobre la influencia de la medida y la danza, explica claramente algo que nos ocurre a cada momento: la pasión que despierta para muchos extranjeros el baile y cante flamenco y a un nivel más simple las sevillanas, entronca con esa composición de formas y movimientos y los sentimientos que simbolizan, del mismo modo que nos ocurre a nosotros con las danzas tribales o el tango.
De igual modo, lo que para una persona de hace 50 años resultaba algo simple como saber si un terreno tenía dos fanegas o tres cuerdas o dónde estaba el norte o si el viento indicaba lluvia o no, son hoy elementos extraños para nosotros que nos olvidamos de signos externos para fiarnos exclusivamente de la tecnología. La unidad de medida que aparece normalmente en los medios para explicar dimensiones de catástrofes u otros asuntos es “el campo de futbol“. Se puede usara la misma argumentación para comparar otros aspectos como el idioma o la gastronomía entre culturas y países. Por lo tanto, es evidente que necesitamos que nos interpreten las manifestaciones artísticas de otras culturas o épocas para poder entender su significado.
Lo peligroso es, a mi parecer, cuando el arte se instrumentaliza al servicio el poder o cuando juega con “la sustancia moral de su cultura”.
Entiendo el arte, por tanto, como las plasmación física de ideas que emocionen e impliquen tanto al artista como a su público.

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